domingo, 6 de octubre de 2013

El Cabanyal




Cuando me muera, si he sido bueno, viviré en una réplica celestial de mi barrio.  Y las  puertas del cielo serán las de Casa Montaña. Mi barrio es el mar y el puerto, una niña que hace pis entre dos coches, un atardecer imposible, el gato negro que come en el solar las galletas de la vieja loca, mi hijo y sus alegres pillastres, el modernismo humilde, los gitanos de puertas abiertas, un quejío desentonado, mi hija y sus amigas que intuyen el futuro, el boxeo cinematográfico, la bici robada, una soprano rusa en un balcón alquilado, una rata atropellada y muebles meados y arrumbados al lado del contenedor.
Mi barrio no es la Copa del América, ni la Fórmula 1 ni Madrid 2020, que, finalmente, se celebra en Tokio.

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