lunes, 29 de julio de 2013

Isa y Ana



Ana me pide que le escriba alrededor de doscientas palabras de una narración que comience con la frase: " El teléfono sonó a las tres de la madrugada". No sé si he llegado a las doscientas, pero he escrito esta chorrada en el cuarto de baño, después de comer.

El móvil sonó a las tres de la madrugada. Lo tenía en la mesita de noche. Estaba desvelada. Supuse que era mi hija que había salido con sus amigos. Me asusté un poco cuando vi en la pantalla que no era su teléfono.

- ¿Sí?
- ¿Ana?
- Sí, soy yo, ¿quién es?
- Soy Isa.
- ¿Qué Isa? No conozco a ninguna Isa. Creo que te has equivocado.
- Venga Ana, no te pases que estoy jodida de verdad. Necesito hablar contigo.
- Lo siento, pero de verdad que no conozco a ninguna Isa y no soy la Ana a la que buscas.
- Entonces, ¿no eres Ana Romeu?

Ana Romeu. Recordé ese nombre.

- ¿Preguntas por Ana Romeu? Yo conocí a una Ana Romeu. Iba a mi clase en el San Vicente Ferrer.

Tras un breve silencio, Isa preguntó.

- ¿Cómo te llamas? Me refiero al apellido.
- Ana, Ana Bernad.
- ¡Ostras Ana! ¡Qué casualidad! Soy Isa Bergamín. ¿Te acuerdas?
- ¡Isa! ¡No me lo puedo creer! ¿Cómo sabes mi teléfono?
- No lo sé. He marcado el de Ana Romeu y me has contestado tú. Sabes, no tengo su número grabado. Mi marido no quiere que hable con ella. Piensa que es una mala influencia.
- Tendremos números parecidos.
- Sí, supongo.

No sabía cómo continuar. Recordaba muy difuminado el rostro de Isa. Era guapa. Y buena estudiante.

- ¡Cuánto tiempo!
- Sí.
- Entonces, ¿estás casada?

Hubo un silencio embarazoso. Para evitarlo le pregunté a Isa:

- ¿Te casaste con Fernando? Era un buen tipo.

Fernando era el novio de Isa en tercero de BUP.

- No... no. Pero sí que recordarás a mi marido. Me casé con el padre Ismael.

Me quedé a cuadros.

- ¿Con el padre Ismael? ¿El cura?
- Sí. Y parece que está recuperando el tiempo perdido.

Isa y yo hablamos un buen rato. Al día siguiente merendamos juntas. Hablamos del cole. También de su marido, el excura. Retomamos una vieja amistad.
Mi hija había llegado sobre las cinco, sin problemas aparentes.