jueves, 23 de abril de 2015

Codo de onanista



Codo de onanista

Se trata de una lesión habitual entre los practicantes del vicio solitario. Esta dolencia afecta principalmente a los pajilleros de fondo, es decir, a aquellos que se la menean con parsimonia, tomándose su tiempo y moviendo el brazo con lento vaivén. Es una dolencia tardía, propia de onanistas contumaces, doctores en estas lides, que comenzaron aficionándose en la preadolescencia y que no han abandonado su devoción incluso más allá de la sesentena. Por hacer una comparativa con otras disciplinas – y espero que se me perdone el chiste en un artículo que, por lo demás, pretende ser divulgativo- podría compararse a estos esforzados masajeadores del cetro con los corredores de fondo.




Por el contrario, el perfil del pajillero impaciente se relaciona a un varón joven, cargado de hormonas y ansioso por  satisfacer el trámite para comenzar de nuevo. A estos muchachos, entrañables granujientos, podría comparárseles con los velocistas de los cien metros lisos. Aun tratándose de personas que, por lo general, poseen un buen estado de forma, no están exentos del riesgo de lesiones, en su caso asociadas al desgaste de las muñecas y del macizo óseo carpiano. 




Tanto en el caso de los veteranos como en el de los futuros herederos de esta imprescindible tradición, la única cura posible es el reposo, acompañado, si acaso, de friegas con Linimento Sloan, que quema pero cura. Una terapia dura y que se acompaña de síndrome de abstinencia, pero del todo necesaria si el paciente quiere acabar sus días con un final feliz.