sábado, 8 de junio de 2013

Nacho


Mi sobrino Nacho, a quien considero mi hijo mayor, se ha ido a Chile. A buscarse la vida. Mi hijo Nacho es ingeniero de caminos, carrera jodida donde las haya. ¡Tantos años dándole golpes con un palo grueso en la cabeza (por su bien) para esto! Hace muy pocos días, Nacho cumplió veintisiete años en Santiago de Chile. No entraré a valorar lo trágico de la emigración forzada ni lo que opino de quienes han provocado esta situación. Baste con reproducir cómo denominó esta terrible fuga de cerebros la hija de la gran puta de su puta madre y el cabrón de mierda de su mierda de padre de su puta madre de la ministra de trabajo, una tal Fátima Báñez que, como he dejado traslucir sutilmente, no goza de mi simpatía: "movilidad exterior".
Hoy, una tertuliana tipeja de una de los cientos de emisoras de radio ultras se ha congratulado de esta situación aduciendo que son muy pocos los nacionales emigrados, tan sólo (según ella) un exíguo 9%, mientras que la mayor parte de la pretendida fuga de cerebros se trata, para disgusto de la patulea roja, de inmigrantes que regresaban a sus países de origen. El argumento me envenena la bilis por diversos motivos. El primero y principal porque opino que la señorita, sobre gilipollas, es subnormal y que, para colmo de mi encabronamiento, se gana la vida sobrada. Ella no emigra, no. El segundo, porque presupone que nos alivia el exceso de inmigrantes, todos gentuza, putas o proxenetas. ¡Bien que les vino que se cayeran de los andamios cuando construían sus adosados vertedero en la orilla de la playa! Racismo elemental. Y tercero, porque no hay cosa que más me joda, a estas alturas de mi vida, que la ignorancia atrevida.
Por desgracia, querido lector, estamos rodeados de ignorantes. Y por desgracia, bienamado lector, los ignorantes mandan. Rajoy, considerado un orador enorme por la caverna, no acaba un participio con de en sus discursos. Todo son "educaos",  "recortaos" o "imputaos". El otro día le oí decir "adecúa", señal de mentecatez sublime para quienes respetamos las palabras. Este es el presidente del gobierno. El de los hilillos de plastilina del Prestige. El de la teoría de la conspiración de Ansar. ¡Joder! Mi hijo solo, a miles de kilómetros de distancia, y estos cabrones a tiro de AVE, libando gin tónics a tres euros en la cafetería del Congreso. Siento parecer un golpista, pero algo habrá que hacer.

 

1 comentario:

  1. La solución: irse unos años fuera, ganar dinero y hacer de mecenas de ex encofradores, ex gruistas y ex obreros, para que se inmolen en casas de políticos. Eso sí sería un scratch!!

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